Biblioteca Nacional de China
La
Biblioteca Nacional de China considerada como la tercera mayor del mundo y
fundada en 1909 bajo mandato del emperador Pu Yi, último representante de la
dinastía Qing, cumplió el 9 de septiembre su primer centenario.
Con más
de 27 millones de ejemplares y 250.000 metros cuadrados de superficie, el
complejo cultural se alza imponente en la calle Zhongguancun, en el noroeste de
Pekín.
“Tanto
por número de libros como por capacidad y tamaño, estamos en la vanguardia de
las bibliotecas del mundo”, afirma el director de la Biblioteca Nacional, Zhan
Furui, en una entrevista con Efe. “Somos la mayor biblioteca de Asia”.
Sólo la
Biblioteca del Congreso, en Washington, y la Biblioteca Nacional de Moscú
superan al recinto pequinés en todo el planeta.
El
aumento de tamaño y de fondos, de los mil metros cuadrados a los actuales
250.000, también obligó a su traslado geográfico.
Desde el
enclave original situado en el histórico templo Guanghua, al lado del Palacio
Imperial, hasta el moderno recinto inaugurado en septiembre del año pasado y
diseñado por el estudio alemán de arquitectos KSP Engel y Zimmermann. La
Biblioteca Nacional guarda más de 1.640.000 reliquias y documentos de la
cultura clásica china, la colección documental más completa que existe”, agrega
Zhan, quien también es un respetado escritor y crítico literario.
Tesoros
históricos como las escrituras en huesos y conchas de tortuga que datan de la
dinastía imperial Shang (1766-1122 a.C .), textos budistas del siglo VI o
manuscritos de los archivos imperiales forman parte del valioso patrimonio del
centro.
“Nuestra
primera función es transmitir la cultura de China. Tomamos la responsabilidad
de ofrecer documentos para la consulta de nuestro líderes, para facilitar sus
decisiones. También contribuimos a la investigación y la enseñanza, y a los
simples lectores”, asevera Zhan.
La
Biblioteca pone como ejemplo la gestión de los lagos formados por el movimiento
de tierras tras el terrible terremoto de Sichuan, en mayo del año pasado, que
mató a 88.000 personas, y en los que el centro aportó los registros históricos
de geología y sismología en los últimos cien años.
En este
siglo, la Biblioteca se ha tenido que enfrentar a amenazas como la invasión
japonesa (1937) o la Revolución Cultural iniciada por el propio Mao
(1966-1976), que obligó a los trabajadores y conservadores a esconder los
archivos e incluso trasladarlos al sur de China.
Diariamente,
más de 10.000 personas visitan la biblioteca, lo que acerca la cifra a los
cuatro millones de visitantes anuales, informó Efe.
El mayor
reto ahora para la NLC, como en todos los archivos físicos y susceptibles de
dañarse, es la digitalización de sus fondos.
De
momento, el proceso ocupa más de 180 terabytes de memoria, en un desafío que se
inició en septiembre de 2008, coincidiendo con la mudanza al nuevo edificio, y
que afirman que terminará a finales del próximo año. “La gente todavía prefiere
leer los libros físicamente, pero la digitalización abre muchos campos”, apuntó
Sun Yigang, director de la Oficina del Centenario de la NLC, a la agencia
oficial Xinhua.
“El
papel probablemente desaparecerá algún día de la faz de la Tierra, así que es una
razón por la que instituciones como la Biblioteca Nacional de China deben ser
conservadas y celebradas, como un tributo al compromiso del hombre con la
palabra escrita”, sentenció
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